Quienes duden que decir mentiras puede ser un arte, han de preguntarle al cuentero popular Sergio Cabrera, un guajiro que en la comunidad de Paso del Medio, en la periferia de la ciudad de Matanzas, no engaña para hacer daño, sino para divertir y poner a prueba la inteligencia de su público.
Comparto entonces una de las historias que mi
vecino mentiroso relata sentado en una piedra, a orilla del camino real:

“Cada vez que veo llover me acuerdo de un
gato que yo tenía, ¡muy lindo!, ¡muy hermoso!, ¡un gato negro tremendo!, ¡grandísimo!,
pero parece que se enamoró y hacía como tres o cuatro días que no venía pa´ la
casa y eso me tenía un poco impaciente. Entonces estando sentado yo en mi portal
se amarra a llover torrencialmente, y cuando veo, un perro que tenía Chano
Milán, que le gustaba caerle mucho a los gatos, venía desprendido detrás del
mío, y ¡el gato venía “mandao” pa´ la casa, y el perro casi cogiéndolo! Suerte
que el chorro de la canal de la casa estaba ¡inmenso! ¡inmenso! por como corría
el agua, y aquel gato llegó y como no tenía por donde subirse ¡agarró por el
chorro de la canal pa´ arriba y se subió al techo! ¡Si no!, ¡el perro me mata el gato!”
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