“Me
siento orgullosa de ser guajira” afirmó Celina González la última vez que la
vi.
Fue en el poblado cubano de Limonar, durante
una jornada que en su homenaje organizaron los lugareños, en marzo del año
2013.
Entonces, la Premio Nacional de Música se manifestó encantada de visitar su
natal provincia de Matanzas, la tierra de sus padres donde encontró gente
trabajadora y cariñosa, y afirmó confianza en el próspero futuro del género
campesino ante los nuevos repentistas que surgen.
Varias veces he tropezado en mi faena diaria
con las fotos de aquel día, imágenes que muestran, no a la Celina reluciente y
bailadora que siempre imaginamos cuando mencionan su nombre sino, a una Celina
portadora de canas por derecho natural.
Este miércoles, busqué las instantáneas
intencionalmente y claro que no aparecían, como ocurre siempre cuando
necesitamos algo.
Medios de todo el mundo comunican el deceso
de la Reina del Punto Cubano pero, al fin, yo la encontré rodeada de amigos,
allí entre mis fotos de la flor del café y el equipo de Los Cocodrilos, en el humilde
archivo de una cubana también orgullosa de ser guajira.
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