lunes, 24 de noviembre de 2014

Vigía de porcelana



Porcelana, azul, flores…
se funden en un jarrón
que gira a disposición
de los curiosos señores…

   Mientras el recorrido del tiempo añade valor a las piezas que se cobijan en el Museo Farmacéutico de la ciudad de Matanzas, a unos 100 kilómetros al este de La Habana, el imaginario del pueblo hereda leyendas que enriquecen el patrimonio cultural inmaterial de Cuba.
   Como testigo mudo de los años, en el inmueble de estilo neoclásico ubicado en la calle de Milanés, ante la otrora Plaza de Armas, actual Parque de La Libertad, se exhibe un majestuoso jarrón que representa en porcelana el devenir de la institución creada hacia 1882.
   La vasija que aunque diseñada para conservar elementos en su interior solo cumplió función decorativa-, muestra las imágenes del doctor europeo Ernesto Triolet Lelievre -creador de la Botica Francesa del siglo XIX que actualmente constituye Monumento Nacional-, y su primera esposa Justa de Figueroa.
   No faltan los soñadores que arriban al actual museo atraídos por la historia de que el mágico jarrón gira solo sobre sí mismo, sin empeño humano alguno, para que el señor de casa recorra la vista por el espacio propio.
   Reales o no, las especulaciones imprimen más brillo al hermoso tono azul sobre el cual se despliegan novedosos trazos a relieve, y dibujos que conforman una corona de gloria para los individuos representados.
    Traído al Caribe desde el llamado viejo continente, el objeto de más de 130 años de existencia constituye atractiva pieza patrimonial, simbólico elemento cuyo diseño reta la cordura del visitante, que imagina la eterna mirada de Triolet sobre frascos, libros y herramientas dispuestas en el mismo espacio, hace más de un siglo.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Un monarca distinto




Tranquilo y trabajador
mi abuelo es guajiro bueno,
siempre deja el surco lleno
de nobleza y de sudor,
le da a la vida valor
y no soporta el engaño,
sentencia siempre un regaño
que corrige lo mal hecho,
y lleva un rey en el pecho
con un sombrero de paño.
 



Valor indefinido

  Los rostros que Ce pinta no son alabanzas a la estética. Sus trazos no están hechos para agradar, impresionar o convencer; cada círculo deforme es una alegoría a la posibilidad de expresarse, cada color escogido al azar es un derroche de satisfacción propia. Mi sobrina tiene solo dos años, y ya sus caritas son obras de arte para la familia. ¿Me pregunto si será casual que todos los rostros que Celiane pinta tengan labios sonrientes?