Rodolfo Rodríguez
es un estibador de 41 años de edad que se mantiene atento para rescatar cajas
de cartón que obsequia después a Ediciones Vigía, cual humilde pero útil
presente a la institución que en la ciudad de Matanzas, cumple tres décadas de
existencia en el hacer libros con las manos.
A primera vista,
Zapatico, sobrenombre con el que coloquialmente rebautizaron los amigos al
servicial cubano de piel oscura, parece un hombre inquieto, con nubes en la
sien, pero su solidaridad lo revela como
un ser mucho más noble de lo que aparenta.
En realidad, qué
importa suponer que Rodríguez, en “buen cubano”, tiene algunos “tornillos
sueltos”, si dice Agustina Ponce Valdés, directora de Vigía, que todas las
locuras no son de ingreso, ni llevan medicamentos.
“Pienso que quienes
cruzamos la puerta azul –en el recinto número uno de la calle de Magdalena-
tenemos locura propia, porque a veces no alcanzan los materiales, pero siempre
uno encuentra otro apasionado que se anexa a la tarea –comenta Ponce Valdés.
“A unos días de la jornada por el XXX
aniversario del sello, la máquina con que se imprimen los textos se paró, pero
Leonel Betancourt, trabajador de Ediciones Matanzas vino, zafó el artefacto, y
lo echó a andar, así se suman personas a esta locura buena que es hacer el
libro diferente.”
Con páginas de dos
o tres obras distintas al frente, con tijeras o pinceles sostenidos, no faltan
quienes se impacientan y creen que los proyectos no van a salir a tiempo, o los
que preferían trabajar en otro orden de prioridad, pero en cualquier caso, no
cesan los cortes, las figuras ganan color, y los volúmenes nacen.
Desde el día 26
hasta el 30 venideros, novedades literarias como Delta de las arenas. Cuentos
árabes. Cuentos judíos, una compilación de Rose Mary Salum; y Cuchillos en el
aire, de Alfredo Zaldívar, corroborarán en la práctica la frescura de una
editorial que se renueva constantemente.
“Sobre estas mesas
la gente llora, ríe, se encuentra, porque este lugar es como la casa de
nosotros, por eso los libros salen, los hacemos para legar a esta ciudad obras
que llevan mucho de los creadores, como los hijos de los padres” –afirma
Agustina afincada en la madera.
Dentro de breves
jornadas, el panel Caminos de ida y vuelta, con intelectuales como Linda Howe,
profesora de la Wake Forest University
en Estados Unidos, y lecturas de poesía y narrativa, darán voz a los
artistas que durante el último lustro integraron el catálogo del sello fundado
en abril de 1985.
Mientras el día 26
se aproxima, el ajetreo de manos artesanas se mantiene incesante al interior
del taller con gran puerta azul que se ubica a orillas del río San Juan, y el
estibador Zapatico permanece atento, como voluntario vigía, para no perderse la presentación de libros que
nacerán de la metamorfosis de simples cajas de cartón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario